A menudo podemos leer y escuchar comentarios en favor de dignificar la profesión del agricultor o ganadero. No en vano, gracias a su trabajo y dedicación diarios, podemos comer cada día. Pero la cadena agroalimentaria es compleja, y sin el trabajo de otras muchas personas, el acceso que hoy tenemos a los alimentos tampoco sería posible. Gracias a la gran eficiencia alcanzada en dicha cadena, unas fresas que hoy están aún sin recolectar en Huelva, pueden estar mañana a las 10,00h. perfectamente colocadas en el lineal de tu supermercado en Madrid. Además, en muchas ocasiones, junto a ellas, hay una persona dispuesta a ayudarte y a explicarte su origen, sus cualidades organolépticas e incluso alguna receta o forma nueva de consumirlas.

Bien sea dentro o fuera de los supermercados, a menudo tenemos a nuestra disposición un colectivo de trabajadores especializados como carniceros, pescaderos o fruteros, que son auténticos especialistas en el conocimiento del producto fresco que a diario nos venden. Decía Adam Smith que “no por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”, cosa que no deja de ser cierta. El comercio es una actividad económica como tantas otras. “Oficio que no da de comer a su dueño, no vale dos habas”, decía el Quijote. Nadie lo duda. Siendo la labor que realizan las empresas de distribución y comercio fundamental para que cada día encontremos los productos que necesitamos a pocos metros de casa, su consideración social no guarda, en mi opinión, relación proporciona con la importancia que tiene dicha labor.

El comercio minorista en particular y, en particular las personas que trabajan en él, sufren a menudo cierta falta de reconocimiento social que no guarda relación con la labor de servicio al ciudadano que realizan diariamente, fundamental en nuestra sociedad actual. Existe además un colectivo especialmente denostado en este sector, que son las personas que trabajan como reponedores o cajeros en los puntos de venta, en las tiendas. Creo que no me equivoco si digo que el reconocimiento social que tienen este tipo de trabajadores en nuestra sociedad actual es casi nulo. A pesar de lo que dice el popular personaje de televisión Antonio Recio, limpiar pescado no tiene nada de malo, al contrario, requiere gran habilidad que la mayor parte de nosotros no tenemos. Reconozcámoslo.