En las últimas semanas saltaba la noticia de que 10 Comunidades Autónomas eliminaban los apoyos financieros que venían destinando al fomento de la contratación de los seguros agrarios por parte de agricultores y ganaderos. Es por ello previsible que se produzca una caída importante de la contratación de pólizas de seguros durante el próximo ejercicio. Una mala noticia sin duda para el sistema de seguros

agrarios español que tanto esfuerzo ha costado construir durante los últimos 35 años y que tanto cuesta hacer respetar en el ámbito europeo. 

Por otra parte, en algunas Comunidades Autónomas como Castilla la Mancha se han eliminado del presupuesto las partidas que se destinaban a las labores de asesoramiento y asistencia técnica que realizan las Organizaciones Profesionales Agrarias. Tanto en el ámbito estatal como en otras muchas Comunidades Autónomas estas partidas se han reducido también de forma importante. Ni que decir tiene que otros apoyos enfocados a una mayor productividad y sostenibilidad de las producciones agrarias, han visto disminuir su presupuesto de forma notable. Por ejemplo, el presupuesto del plan RENOVE de maquinaria ha pasado de algo más de 40 millones de euros en 2008 a 5 millones en 2010.

El sector agrario se enfrenta por tanto a una situación sin precedentes que debe abordarse con visión estratégica. Los costes de producción no han parado de incrementarse de forma exponencial desde la crisis de las materias primas de 2008, y la previsión es que lo sigan haciendo. La presión fiscal tampoco. Los apoyos (y no sólo hablamos de ayudas directas de la PAC) se están reduciendo drásticamente. Hoy por hoy, de forma general, el mercado representa un 70% de los ingresos de los agricultores y las ayudas un 30%. El peso de esta segunda componente es previsible que se vaya reduciendo de forma paulatina. La participación de los agricultores en el precio final de los productos se viene reduciendo a razón de un 1% anual según la Comisión Europea y se encuentra ya en el 25%. Es decir, el mercado interno no remunera al agricultor como lo hacía antes. O el mercado responde, o muchos agricultores y sus familias tendrán que abandonar la actividad que realizan con los problemas que ello conlleva. Ahora que está tan de moda apoyar a los emprendedores ¿acaso nadie se ha parado a pensar que los agricultores son también emprendedores? Si lo son, ¿por qué se recortan de esta forma los mecanismos de apoyo existentes?