Ese es el lema de la línea de cajas de un supermercado de la cadena Sainsbury en Londres que aparece en la fotografía. El valor de nuestro producto, por su gran calidad, es lo que nos diferencia del resto de competidores. El mensaje no puede ser más acertado. Producimos y somos excedentarios en aceite de oliva, vino, etc. Sin embargo, aunque también producimos cereales o leche, somos deficitarios. 

Foto de Miguel Flavián - experto en distribución alimentaria

Precisamente por este hecho La crisis económica ha acrecentado el legítimo objetivo de la distribución minorista de situar los productos agroalimentarios al precio más asequible posible cuando los pone a disposición del consumidor. La batalla es feroz y los distintos gobiernos que hemos tenido la aplauden a sabiendas de que con ello se contribuye a un mayor control del IPC, indicador del todo impopular cuando dice de subir.  

Sin embargo, La competencia feroz entre los distribuidores por situar los productos al precio más barato posible conlleva una agresiva política de precios de dichas empresas con sus proveedores, que terminan afectando al conjunto de eslabones de la cadena, sobre todo al más débil, el de los agricultores. 

Ese no parece ser el camino correcto. Tal y como declaró recientemente la profesora y filósofa directiva de la prestigiosa empresa Apple, Nancy Fraser, Eso es precisamente lo que está sucediendo en la cadena de valor agroalimentaria. Por suerte, en estos días, el gobierno ultima los detalles de lo que debe ser la nueva ley de medidas para la mejora del funcionamiento de la cadena agroalimentaria. Esperemos que aborde esta problemática con una visión que asegure la viabilidad del medio y largo plazo. Para eso están las leyes.