Durante 2015 he tenido la oportunidad de trabajar para la Comisión Europea en varios procesos de evaluación de proyectos de investigación presentados al programa Horizonte 2020, que repartirá alrededor de 4.000 millones de euros entre 2015 y 2020, sólo en el reto social 2 relativo a la seguridad alimentaria y a la sosteniblidad del sector agroalimentario. El proceso de evaluación es muy intenso, y merece la pena que toda la gente que trabaja en el ámbito de la I+D+i agroalimentaria lo conozca para mejorar las posibilidades de éxito de sus proyectos.

La experiencia personal ha sido del todo satisfactoria por dos motivos principales. En primer lugar, por el aprendizaje que supone leer con extrema atención un buen número de propuestas de gran nivel y alto índice de contenidos de gran interés, con los que se aprende en cada línea, en cada párrafo. En segundo lugar, por haber podido comprobar de primera mano cómo la Comisión va capilarizando la necesidad de establecer vínculos entre la comunidad científica y el sector privado. En muchas de las convocatorias, el llamado “multi-actor approach” es tenido muy en cuenta a la hora de evaluar los proyectos. Incluso diría, que es imprescindible para tener acceso a financiación.

El proceso de evaluación comienza con la revisión de varios proyectos de una misma convocatoria realizada por cada evaluador, que debe además realizar un informe valorativo de forma remota sin saber qué otras personas participan simultáneamente en dicho proceso. Posteriormente, durante un proceso de reuniones de debate (y a veces discusión) en Bruselas, se consensua un informe de valoración por parte de los distintos evaluadores, con la orientación del personal de la REA (Agencia Europea de Investigación) y la vigilancia de personal externo a la REA y a la Comisión para asegurar la calidad y trasnparencia de todo el proceso.

En la mayoría de convocatorias, por cada proyecto financiado, se presentan una media de 50. Por ello, mi único consejo para aquellos que se estén planteando presentar alguna propuesta, es que la redacten de forma muy cuidada, tratando de crear un consorcio en el que los participantes sean los idóneos para conseguir los objetivos perseguidos  y que todos tengan un rol relevante en el desarrollo del proyecto. Pero, sobre todo, que la presenten convencidos de que dicha propuesta es excelente. Este impecable proceso, unido a la gran cantidad de proyectos presentados, genera un sistema de competencia que hace que los proyectos elegidos sean realmente buenos. Mucho ánimo a todos aquellos que trabajáis en este ámbito. Espero que este post os pueda ser de utilidad. 

El pasado martes 7 de marzo tuve la suerte de asistir en Bruselas a la conferencia organizada por la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea sobre celebrada bajo el lema “Enhancing Innovation and the Delivery of Research in European Agriculture”. En ella se explicaron las líneas directrices que marcarán la política de la Comisión Europea en este ámbito a través de las European Innovation Partnerships (EIPs) y, en concreto, mediante la EIP de la agricultura. LA EIP de la agricultura, enmarcada dentro del segundo pilar de la Política Agraria Común (PAC), apoyará en mayor medida aquellos proyectos formados por consorcios entre los que se encuentren los agentes implicados del sector (los agricultores entre ellos), los centros de investigación y las Universidades con el objetivo de reducir la brecha existente entre las materias investigadas y las necesidades reales de los principales agentes implicados en la actividad agraria.

De las numerosas ponencias que se presentaron (pinchar aquí para acceder), llamó especialmente la atención la de la investigadora y consejera científica del presidente de la Comisión Europea Anne Glover. En ella manifestó que El cambio en la innovación, afirmó, no se consigue si no hay demanda, por lo que debe haber una mayor implicación de los agricultores en el proceso desde el principio. Además, continuó, Los consumidores deben asumir que desperdiciar el 30% de los alimentos que se producen, como se hace en la actualidad, es algo que nuestra sociedad no se puede permitir hoy en día. El propio ministro de agricultura de Polonia, presente en la sala, manifestó que desperdiciar los alimentos de esta forma era un insulto a los agricultores.


Para la Comisión Europea, el reto más importante es mejorar la productividad de forma sostenible. Es de alabar que la política de investigación e innovación en agricultura de la Comisión Europea persiga contar con los agricultores desde el primer momento en la búsqueda de estos objetivos. Pero para ello, como dice la profesora Glover, La I+D+i en la agricultura es muy necesaria para toda la sociedad. La agricultura con agricultores también. Y sin agricultura, nada.

El Director General de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea, el español José Manuel Silva Rodríguez, confirmaba ayer en el congreso de economía agraria que se celebra estos días en Madrid que el presupuesto para investigación agroalimentaria contemplado en la propuesta de Política Agraria Común (PAC) para el periodo  2014-2020 se multiplicará por tres respecto al periodo anterior, ascendiendo a un total de 4.500 millones de euros. Las prioridades estratégicas pretenden ser: seguridad alimentaria, bio-economía y agricultura sostenible.

Todo queda condicionado al periodo de negociación que se abre el día 12 de Octubre con la presentación formal de la propuesta de reforma de la PAC y que durará hasta finales de 2012 donde se acordará la reforma definitiva, pero no cabe duda de que se trata de una gran noticia para el sector agroalimentario, que necesita de la investigación y la innovación para responder a las exigencias crecientes de la sociedad europea.

Comentaba también que la diferencia entre la I (Investigación) y la i (innovación) es que la primera cuesta dinero y la segunda genera dinero. La investigación agraria española se viene centrando tradicionalmente en la I grande y descuidando la i pequeña. La mejora de los mecanismos de transferencia del conocimiento es esencial para hacer llegar los resultados de la investigación agraria aplicada a los que tienen capacidad de desarrollarla (D de Desarrollo), los agricultores, ganaderos, cooperativas e industrias, que son además los principales interesados en incorporar la innovación a sus procesos productivos y hacer así más competitivas y rentables sus empresas en un contexto tan cambiante. Apostar por la i pequeña para acortar la brecha entre los resultados de la investigación agroalimentaria y los operadores de la cadena debe traer beneficios para todos, incluidos los consumidores que financian con sus impuestos este tipo de políticas.