Me ha bastado pasar una larga jornada de trabajo con la jefa de compras de productos frescos de una gran empresa de distribución alimentaria para darme cuenta de la importancia que tienen estas personas para una empresa de este tipo. Personas como ella, que ha dedicado gran parte de su vida a algo tan complejo como comprar los productos frescos con los que conquistar diariamente a los clientes de las tiendas de su compañía, atesoran un nivel de conocimiento incalculable sobre los productos alimentarios que nos comemos cada día.
Se trata de un perfil profesional con un alto grado de especificidad en una materia, la cultura alimentaria, que difícilmente se aprende en las aulas. Este tipo de personas dominan a la perfección la totalidad de los productos del mercado, sus variedades, su calidad, sus diferentes calibres, sus propiedades organolépticas, su cotización en el mercado, su origen e historia, sus calendarios de cosecha, sus zonas de producción, e incluso, su forma óptima de consumo. Son capaces de distinguir a distancia un producto singular de otro que no lo es, y en eso basan el éxito de lo que hacen.
Sólo una empresa con trabajadores de este perfil puede incorporar la cooperación con agricultores, ganaderos y pescadores en su ADN. Conocer de cerca el producto no es suficiente si no se tiene criterio para distinguir un producto bueno de uno mejor. Haber “crecido” junto al productor hace que puedas “defender el producto” y comunicarlo al cliente mejor que nadie. Trabajar en estrecha colaboración con los agricultores permite encontrar ese producto ideal en torno al cual construir tu modelo empresarial. El consumidor termina valorando un producto de calidad. Si se ha sembrado a tiempo y las condiciones ayudan, cosechar el reconocimiento del cliente es sólo cuestión de tiempo.
Con motivo de la celebración de la feria Fruit Attraction, ANOVE y FEPEX me encargaron la realización de una ponencia sobre las últimas tendencias en el consumo de frutas y hortalizas. A continuación, detallo todas aquellas que comenté en dicha intervención.
Según el MAGRAMA, en 2015, la compra de productos frescos se realizó en supermercados en un 45%, frente al 30% del 2002.
Se observa un incremento de parejas jóvenes que buscan productos saludables, de calidad, fáciles de preparar y a buen precio.
Son los atributos que empujan al consumo de frutas y hortalizas. No se debe olvidar dar prioridad a la madurez de los productos (listos para el consumo), el sabor y la facilidad de consumo y preparación.
El consumo de frutas y verduras está relacionado con un concepto saludable de la vida que incluye una “vuelta a lo natural”.
El incremento de unidades familiares pequeñas y de hogares unipersonales hace que la tendencia al mono-consumo esté en alza. Ya no se compra por kilos sino por piezas y esto hace que se dé prioridad a la venta por piezas. Un ejemplo es que el 85% de las ventas de sandía es por mitades.
En coherencia con la búsqueda de una vida sana y medioambientalmente sostenible, el consumidor exige un packaging reducido y reciclable.
El nuevo consumidor tiene poco tiempo para cocinar, por lo tanto, se inclina por la rapidez en el consumo con productos preparados (sopas) y de 4ª (hortalizas y frutas frescas limpias, troceadas y envasadas para su consumo) y 5ª gama (ya procesadas y preparados para el consumo inmediato).
Una tendencia en alza con un aumento de la penetración de productos como la quinoa, el tofu o embutidos vegetales.
El nuevo consumidor llega al supermercado con toda la información necesaria para hacer su compra.
La experiencia de compra en la tienda es importante ante la variedad de estímulos que ayudan al consumidor a tomar decisiones, sobre todo relacionadas con la compra de alimentos frescos. Pero, junto a ella, la digitalización es un valor en alza, con un crecimiento en cuanto a penetración del 8% en 2004 al 42% en 2015, según el último estudio del BBVA.