El pasado 6 de Junio fue presentada en Madrid, ARCo (Agricultura de Responsabilidad Compartida). ARCo es una iniciativa de la Organización Profesional Agraria COAG que pretende impulsar un red de agricultores y consumidores basada en la relación mutua, directa y de confianza. En los últimos 6 años COAG ha visto nacer y consolidarse la iniciativa ARCo como estrategia de comercialización directa de productos agroalimentarios. ARCo es un proyecto que alberga una gran diversidad de iniciativas regionales provinciales y locales. Bajo sus siglas se ha constitudio una red de comercialización directa de productos agroalimentarios basada en las relaciones de confianza y cercanía entre agricultores de COAG y consumidores demandantes de productos locales o de cercanía, de gran calidad y a precios justos y razonables.
Con su nuevo portal web (www.arcocoag.org), ARCo pretende ser el lugar de encuentro de todas aquellas personas que buscan una nueva vía de comercialización mediante los canales cortos y desean conocer de primera mano a las personas que producen los alimentos que se comen. El portal se define como “El escaparate de los alimentos con nombre y apellidos”. Pretende sear la casa de todos. Por ello es totalmente participativo y permite la interacción de todas las personas que deseen contribuir a la creación de este ilusionante proyecto, así como para los que ya formen parte de la red. Siempre en torno a los principios fundamentales del proyecto: confianza, cercanía, sostenibilidad, calidad y, sobre todo, formado y construido por personas con historias y realidades propias que explican la diferenciación de sus productos.
Es posible también seguir los avances del proyecto en las redes sociales a través de su perfil en facebook (Acceder), de su cuenta de twitter (@ARCo_COAG) y de su espacio en chil (www.arco.chil.org). Agricultores y consumidores conectados en la misma dirección.
El pasado 20 de abril, la Comisión Europea a través de la DG Agricultura y DG sanidad y consumidores (con presencia de ambos comisarios), organizó en Bruselas una conferencia sobre los canales cortos de comercialización y la venta directa de productos agroalimentarios con la idea de recoger las opiniones del sector agrario y, sobre todo, de los pequeños y medianos agricultores, que ven en el apoyo a este tipo de canales una oportunidad para valorizar sus productos locales (de gran calidad) y conseguir así mejorar la rentabilidad de sus explotaciones que tantas dificultades están atravesando.
En esa conferencia se pudieron abordar una gran variedad de propuestas e inquietudes relacionadas con esta nueva filosofía que se pretende plasmar en los reglamentos de la nueva PAC. Entre todas ellas destaco tres. En primer lugar se evidenció la necesidad de mejorar el acceso de los pequeños productores a los mercados locales para hacer llegar sus productos de gran valor añadido a los consumidores. Quedó claro que existe una demanda creciente de productos locales por parte de los consumidores. Productos en los que se pueda identificar al agricultor que los produce y no al distribuidor que los vende. Facilitar el acceso de los agricultores a los mercados es una tarea prioritaria.
En segundo lugar se abordaron las políticas de apoyo hacia este tipo de canales de comercialización. La PAC puede y debe ser el gran instrumento de apoyo a este tipo de canales, que van además asociados a un modelo de agricultura menos intensiva, de carácter más social y más respetuoso con el medio ambiente. Por último, se analizó la problemática existente con la aplicación de las normativas higiénico-sanitarias en los distintos Estados miembros. Pudimos constatar que determinados países (al amparo de la normativa comunitaria) han adaptado sus normativas higiénico-sanitarias a las pequeñas y medianas producciones para facilitar así la transformación y la comercialización en las propias explotaciones habilitando pequeños mataderos construidos con mínimas inversiones dentro de las mismas.
Conocer esto fue tan alentador como decepcionante. ¿Qué hemos estado haciendo durante estos años en España mientras en países como Austria, Alemania, Francia o Reino Unido se ha facilitado la transformación en las propias explotaciones y la venta directa? Sencillamente, someter a los pequeños productores a las mismas normativas que a la industria, lo que hace inviable su actividad por las grandes inversiones que conlleva. Esperemos que esta conferencia y las líneas directrices que está marcando la Unión Europea sean tenidas en cuenta y cambiemos cuanto antes esta situación. Más de 30 millones de personas viven en la UE de las pequeñas explotaciones agrarias y son el tejido rural. Muchas de ellas en nuestro país. El campo lo necesita, nuestra economía también.
España es un gran productor de productos ecológicos. Son ya más de 30.000 productores y casi 3.000 elaboradores los que trabajan bajo este sistema de producción. La superficie cultivada supera el millón y medio de hectáreas de las que el 50% se sitúan en Andalucía. Sin embargo, el consumo es todavía muy bajo. El gasto en este tipo de productos (fundamentalmente frutas y hortalizas) asciende a 965 millones de euros anuales según un estudio de Ecovalia, dato muy alejado del de Alemania, donde los consumidores gastan unos 6.600 millones de euros anuales. La mayor parte de nuestra producción (75%) se destina a la exportación, no en vano, el 35% de los alimentos de este tipo que se consumen en Europa son españoles. ¿Son los actuales canales de comercialización de frescos el problema? Yo creo que no. En España tenemos 32.600 establecimientos de comercio tradicional, 20.100 establecimientos de distribución moderna y 300.000 puntos de venta del canal HORECA (hostelería, restauración y catering) donde compramos diariamente nuestros productos de alimentación, por lo que la diversidad de modelos y formatos parece poder garantizar la disponibilidad de estos productos para los consumidores que realmente los demanden.
¿Qué ocurre entonces? En mi opinión confluyen 3 cosas. En primer lugar, España encadena desde el comienzo de la crisis los peores años que se recuerdan en relación con el consumo alimentario, con una disminución de la renta disponible de los consumidores clara y notoria como demuestra la bajada del 30% que ha experimentado el índice de comercio minorista desde 2006. Desde entonces, el consumidor buscar fundamentalmente precio. Por otro lado, la comercialización de estos productos ha seguido, en mi opinión, una estrategia de venta equivocada durante los últimos años. Se ha presentado lo ecológico al consumidor como un producto gourmet o premium exclusivamente y se ha perdido la oportunidad de acceder al grueso de los consumidores.
Por último, se ha tratado de convencer al consumidor de las bondades de los productos ecológicos tratándoles de explicar los complicados preceptos recogidos en el Reglamento europeo sobre producción ecológica (actualmente en revisión, por cierto) en vez comunicar atributos más tangibles propios de este modelo de producción como la proximidad, la frescura, el sabor, la tradición, el comienzo/final de las temporadas de producción, las peculiaridades de cada producto y de su elaboración o la historia que tienen detrás. Estoy seguro que una visión más integral de la cadena alimentaria en su conjunto que propiciara una reflexión sobre la forma de producir y comercializar estos productos en el mercado, podría ayudar a mejorar sus niveles de consumo y, por qué no, a articular una defensa conjunta de los intereses de España de cara al Reglamento que actualmente se debate en Bruselas. ¿Nos ponemos a ello?