Es sin duda el tema del momento en el sector. Sólo unos pocos afortunados se han librado este verano de interrumpir sus vacaciones por culpa del anuncio del gobierno ruso de suspender por uno año las importaciones de productos agroalimentarios procedentes de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Australia. Eso sí, la suspensión no afecta ni al vino ni al aceite de oliva. Parece que de estos siguen queriendo comprar. Sin lugar a dudas, una decisión que hace tambalear los mercados de productos agroalimentarios de toda la Unión Europea, sobre todo de los frescos, mientras se produce el ajuste obligado. A día de hoy se tienen ya algunas certezas sobre sus posibles efectos pero, a mi modo de ver, lo peor está aún por llegar.
La campaña de fruta de hueso venía con problemas de sobreproducción desde mucho antes del veto y ha cogido al final de la campaña de melocotón y nectarina. Sin embargo, las producciones de hortalizas que se incorporaron en septiembre, así como manzanas, peras y cítricos pueden verse afectados por el veto desde el inicio. No hay duda de que los agricultores son los más perjudicados por el veto ruso, pero no los únicos. No tanto por la cuantía de las exportaciones que realizaban directamente a Rusia (apenas el 1,7% de las mismas), sino por el efecto rebote de la saturación de los stocks de países que si han sido históricamente grandes exportadores a dicho mercado (incluso exportando productos made in Spain). Por suerte, disponen de mecanismos de mercado más o menos eficaces (ese es otro debate) para paliar este tipo de situaciones en la Política Agraria Común. Sin embargo, el resto de eslabones de la cadena también se está viendo afectado. Y lo peor está aún por venir.
Como era de esperar, los países no afectados por el veto ruso se están apresurando a firmar acuerdos comerciales con Rusia para asegurar el suministro y ocupar el espacio que dejan libre los países afectados por el veto. Es por ello que, en productos que aún no se encuentran en temporada en España como los cítricos, los precios de las importaciones provenientes de Argentina y Sudáfrica se están disparando, por lo que los distribuidores están encontrando serias dificultades para adquirir este tipo de productos a precio competitivo ¿ha reparado alguien en ello y en sus posibles efectos? Otros productos como las manzanas y las peras, que entran muy pronto en campaña, pueden sufrir el problemas en sentido contrario. ¿Intentarán italianos y franceses colocar su producto en nuestro mercado? ¿y los polacos? Que nadie lo dude, lo intentarán.
Artículo publicado en la revista Alimentación (El Economista) en Octubre de 2014.
Hace unas semanas el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente organizó una jornada sobre el futuro del sector lácteo en España tras la eliminación de las cuotas en 2015. Fue una de esas jornadas que uno echa de menos que se organicen en el Ministerio con más frecuencia. Para este y para el resto de sectores. Siempre pensé que la Subdirección de análisis y prospectiva serviría para ello. Ponentes de primer nivel y gran afluencia de representantes del sector fueron suficientes, pero de todas las ponencias sorprendió la del consultor argentino Hugo Quatrocchi sobre el mercado mundial de la leche. En ella lanzó algunos datos y reflexiones de gran interés.
Foto de www.ganchitosypepsiboom.com
¿Está España preparada para afrontar el futuro en del sector lácteo? Difícil de responder, pero muchos factores parecen indicar que queda trabajo por delante. España está en el grupo de países del mundo con costes de producción más elevados. El sector ha hecho un esfuerzo brutal en los últimos años para producir más leche en menos granjas, siguiendo la tendencia mundial de mejorar la productividad enfocada a satisfacer una nueva demanda de 20 millones de toneladas anuales a escala global (12 por incremento del consumo y 8 por aumento de la población). Nuestra demanda interna de productos lácteos es de 9 millones de toneladas y nuestra producción de 6. Además parece que el consumidor valorará mucho el origen y el modo de producir. Eso puede ser una ventaja.
A nivel global hay muchas realidades diferentes. Mientras que el número medio de vacas por explotación es de 2,3, hay empresas multinacionales como Fonterra, Nestlé o Danone que están comprando fincas y desarrollando explotaciones lácteas de 10.000-15.000 vacas en países como Rusia, Mongolia, China o Uruguay. Los grupos de inversión llevan tiempo entrando en el sector. La volatilidad de precios se preve que vaya en aumento. El tamaño parece que será importante pero, tal y como advierte Hugo, el crecimiento debe basarse en habilidades gerenciales y no en el "crecer por crecer". Una explotación pequeña que funcione mal y crezca, lo único que conseguirá será hacer más grandes sus problemas. Sobrevivirá sólo el que mejor se adapte.
Hace un tiempo que escribí en este mismo blog sobre la complejidad de la PAC y de todas las normas y condicionantes que establece para las producciones agrarias y el funcionamiento de la cadena agroalimentaria en general. No en vano, organizaciones agrarias, agentes y empresas de la cadena y medios de comunicación, se afanan en organizar eventos y jornadas de gran audiencia para enriquecer el debate y trasladar todas las novedades a todo aquel afectado por los cambios que acarrea. Tal y como afirmé en su día, la nueva PAC está muy lejos del lograr el objetivo de simplificación pretendido, ya que estamos ante una política difícil de explicar a los agricultores. Y lo que es peor, difícil de hacer entender a los ciudadanos. Consciente de esta dificultad, la Comisión Europea ha creado un videojuego gratuito llamado “CAP Odyssey” para facilitar su comprensión.
CAP Odyssey, ha ganado el primer premio del Fun&Serious Game Festival de 2013 en la categoría de juegos sociales. Desarrollado para conmemorar el 50 aniversario de la Política Agraria Común, comienza antes de la aplicación de la PAC (años 50-60), y permite al jugador adaptar su explotación agraria a los principios fundadores de la economía agraria, incluyendo la producción, las ventas y la evolución de los precios y mercados. El jugador debe además gestionar diferentes riesgos climáticos, debiendo drenar los campos o comprar una cosechadora con el fin de mejorar la productividad.
El juego plantea el desafío de ser el gerente de una explotación agraria de forma sostenible, de acuerdo con las evoluciones de reglamentación de la Unión Europea. La seguridad alimentaria, los ingresos de los agricultores, la gestión de los recursos naturales, el cambio climático, la volatilidad de los precios, los devenires de la cadena agroalimentaria y el mantenimiento de la actividad dentro de los espacios rurales, son factores que el jugador debe tener en cuenta. En definitiva, una herramienta más que se pone a disposición del sector agroalimentario para trasladar a la sociedad la necesidad de una política agraria común europea para garantizar que comemos sano y de calidad todos los días a un precio razonable. Además, si se dignifica la profesión del agricultor y la importancia de su labor para todos nosotros, mucho mejor. ¿Te animas a jugar una partida?
Esta semana nos hemos vuelto a encontrar una oferta de aceite de oliva en un establecimiento de la gran distribución agroalimentaria de esas que hunden la moral de todos los que trabajamos en este sector y que atentan directamente contra nuestro sector productivo agrario y nuestra economía en general. Es absolutamente inconcebible que mientras el coste de producción de 1 litro de aceite de oliva en España para un agricultor ronde los 2,00 - 2,50€ (ver estudio del propio Ministerio de Agricultura), se puedan encontrar ofertas como la de la imagen en la que un consumidor puede comprar aceite de oliva en el supermercado a 1,21€/l.
Foto de @red_chil
Con este tipo de promociones agresivas y políticas de presión de precios a la baja en las que todos los agentes de la cadena pierden dinero, se consigue configurar paulatinamente una cadena de valor de bajo coste y subsistencia que, lejos de crear valor añadido, lo que consigue es destruirlo. En este contexto no tiene sentido hablar de nada más. No tiene sentido hablar de competitividad, de productividad, de sostenibilidad, de empleo, ni de economía productiva. No hay margen. No se puede producir aceite de oliva en estas condiciones. Tratándose del producto bandera de nuestra agricultura mediterránea entristece más si cabe. Si además tenemos en cuenta que la oferta la hace una empresa española el sinsentido es aún más grande.
No estamos sabiendo defender un producto en el que somos líderes mundiales. Estamos destruyendo el mercado y el sector del aceite de oliva nosotros mismos. Estamos siendo bastante torpes. El gobierno tiene en su mano poner freno a este tipo de prácticas comerciales que afectan negativamente al conjunto del sector agrario y económico de nuestro país. No es una tarea fácil, pero debe hacer un ejercicio de responsabilidad y poner en marcha, a la mayor brevedad posible, una ley para la mejora del funcionamiento de la cadena agroalimentaria que persiga, condene y sancione este tipo de actuaciones que tanto daño hacen a todos. Lamentablemente, para algunos, esa ley ya llega demasiado tarde. Ante esta situación, referirse al aceite de oliva como oro líquido parece, cuanto menos, una desfachatez.
Según los datos de la 2ª estimación del informe de renta agraria que elabora anualmente el Ministerio de Medio ambiente, Medio Rural y Marino (MARM), a precios corrientes, lo que supone un descenso superior al 12% respecto a 2008. Durante ese mismo año 2010, España exportó 138.000 toneladas de carne de vacuno principalmente a Portugal, Francia e Italia mientras que importó 181.000 toneladas de países como Holanda, Alemania o Polonia principalmente.
Como se puede observar en los gráficos anteriores, (a excepción del año 2010 en el caso de España). En ese mismo período de tiempo (gráfica inferior), , pasando de 10€/kg en 2004 a más de 16€/kg a mediados de 2011 (datos oficiales del Observatorio de Precios del MARM).
Evidentemente, en la formación del precio de cada uno de los alimentos que compramos influyen numerosas variables, pero este es un caso claro que demuestra que Más información en el informe de mercado elaborado por COAG.
Hace tan solo un año, las voces autorizadas de la Comisión Europea y del gobierno respondían de igual forma cuando se les preguntaba por el periodo de transición hacia un mercado sin cuotas en la producción de leche prevista para primavera de 2015. “Las previsiones apuntan a un “soft landing -en español, aterrizaje suave-” recitaban casi de memoria las diferentes voces autorizadas. Tan sólo algunos críticos, que suelen ser a las que menos en serio se les toma, ponían por aquel entonces la voz de alarma y advertían de los riesgos que el sector lácteo podía afrontar a corto y medio plazo. No recuerdo ninguna reunión del observatorio europeo del mercado de la leche en la que no se manifestaran en ese sentido.
Pues bien, tal y como ellos intuían, en los últimos meses han confluido varios factores que han alterado el mercado de la leche en España y Europa, provocando casi la tormenta perfecta. El fin de las cuotas en abril, coincidiendo con la época del año de mayor producción de leche, no parecía una buena idea de inicio. Además, la evolución del mercado internacional donde la prolongación del veto ruso y el freno a las exportaciones europeas a China han contribuido a saturar el mercado europeo de la leche. Adicionalmente nuestro país, la entrada en vigor del RD lácteo y la Ley de la cadena con nuevas obligaciones para los operadores del sector, la caída del consumo de leche y productos lácteos, la sanción de la CNMC a las industrias lácteas por prácticas comerciales prohibidas durante 13 años, y la falta de visión de cadena, han introducido nuevos factores que han contribuido a alterar el funcionamiento deseado del mercado.
Por suerte, algunas variables sí han evolucionado de forma favorable. Los precios de las materias primas continúan relativamente bajos y los PVPs en las tiendas se han mantenido estables desde comienzos de año. A pesar de ello, la situación de determinados ganaderos sigue siendo preocupante, y se han de adoptar medidas excepcionales para paliar los efectos de una crisis en el sector lácteo con múltiples causas y difícil solución. Con ese objetivo el MAGRAMA ha desarrollado determinadas medidas extraordinarias entre las que se encuentra la firma mañana del acuerdo lácteo con compromisos para los diferentes eslabones de la cadena, aunque todo apunta a que habrá poca presencia de ganaderos en la firma.
En las clases de economía agraria de agrónomos, se enseña que cuando hay excedentes de producción en un mercado, hay que buscar mecanismos para darles salida y evitar así que caiga más el precio. Sin embargo, en este caso, las estrategias de promocionales para vender cantidades extra de leche no tienen buena prensa en el sector. Si además los marcos normativos europeo y español no permiten acordar una subida organizada de los precios y los mecanismos de regulación de mercados previstos en la PAC son limitados ¿qué más se puede hacer para hacer más llevadero el aterrizaje?