Empieza 2016, año que muchos coinciden en calificar como el que debe traer la recuperación definitiva al sector agroalimentario, con la resaca del convulso semestre que ha vivido el sector lácteo y que no parece que haya terminado. Movilizaciones de los ganaderos, reuniones en el Ministerio de Agricultura y actuaciones del mismo, presiones del sector en Bruselas, decisiones de la Comisión Europea, trabajo en las organizaciones empresariales y la interprofesional, más reuniones, acuerdos, comités de seguimiento, declaraciones, artículos, reportajes en prensa escrita y televisión e incluso declaraciones de varios presidentes autonómicos o del presidente del Gobierno. Inconcebible teniendo en cuenta que no ha ocurrido nada en el mercado de la leche que no hubieran advertido muchos hace ya bastantes meses. Al menos en el Observatorio Europeo del Mercado de la Leche, que para eso sí sirve, se veía venir.

Y es que, una vez más, nuestra capacidad de planificación y previsión ha resultado insuficiente. Las asociaciones y empresas de la cadena agroalimentaria han demostrado ya en muchas ocasiones una gran madurez en la gestión conjunta de situaciones de crisis. La reacción ante el reciente informe de la OMS ha sido un claro ejemplo. Eso se nos da realmente bien. Sin embargo, suspendemos a la hora de coordinarnos para planificar conjuntamente el futuro y programar posibles soluciones ante cualquier problema. Nos ocurre aquí, y nos pasa sobre todo en Europa, donde seguimos sin tener una estrategia coordinada del conjunto de la cadena provoca que otros países nos lleven la delantera y terminemos encajando con resignación decisiones negativas para los intereses del conjunto del sector.

Mientras, en España, seguimos intentando dar una solución local a un problema de origen global como es el del sector lácteo. Las campañas de promoción como la de la imagen, que recién comienza, tienen repercusión en el consumo, pero el sector lácteo necesita mucho más. La crisis que viven determinados operadores del sector tiene múltiples causas. La mayor parte de ellas, tiene su origen fuera nuestras fronteras. Otras están más cerca, como explica la diferente intensidad con la que la crisis se ha hecho sentir en cada una de las zonas de produicción. Sin embargo, seguimos recurriendo a atajos y soluciones antiguas para problemas nuevos y, lo que es peor, seguimos sin identificar correctamente los terrenos de juego donde podemos y debemos jugar nuestras cartas. Los retos y dificultades que enfrentaremos en 2016 como sector son suficientes para que repensemos nuestra estrategia en Europa, no sólo en el sector lácteo. Veremos qué ocurre.

Hace tan solo un año, las voces autorizadas de la Comisión Europea y del gobierno respondían de igual forma cuando se les preguntaba por el periodo de transición hacia un mercado sin cuotas en la producción de leche prevista para primavera de 2015. “Las previsiones apuntan a un “soft landing -en español, aterrizaje suave-” recitaban casi de memoria las diferentes voces autorizadas. Tan sólo algunos críticos, que suelen ser a las que menos en serio se les toma, ponían por aquel entonces la voz de alarma y advertían de los riesgos que el sector lácteo podía afrontar a corto y medio plazo. No recuerdo ninguna reunión del observatorio europeo del mercado de la leche en la que no se manifestaran en ese sentido.

Pues bien, tal y como ellos intuían, en los últimos meses han confluido varios factores que han alterado el mercado de la leche en España y Europa, provocando casi la tormenta perfecta. El fin de las cuotas en abril, coincidiendo con la época del año de mayor producción de leche, no parecía una buena idea de inicio. Además, la evolución del mercado internacional donde la prolongación del veto ruso y el freno a las exportaciones europeas a China han contribuido a saturar el mercado europeo de la leche. Adicionalmente nuestro país, la entrada en vigor del RD lácteo y la Ley de la cadena con nuevas obligaciones para los operadores del sector, la caída del consumo de leche y productos lácteos, la sanción de la CNMC a las industrias lácteas por prácticas comerciales prohibidas durante 13 años, y la falta de visión de cadena, han introducido nuevos factores que han contribuido a alterar el funcionamiento deseado del mercado.

Por suerte, algunas variables sí han evolucionado de forma favorable. Los precios de las materias primas continúan relativamente bajos y los PVPs en las tiendas se han mantenido estables desde comienzos de año. A pesar de ello, la situación de determinados ganaderos sigue siendo preocupante, y se han de adoptar medidas excepcionales para paliar los efectos de una crisis en el sector lácteo con múltiples causas y difícil solución. Con ese objetivo el MAGRAMA ha desarrollado determinadas medidas extraordinarias entre las que se encuentra la firma mañana del acuerdo lácteo con compromisos para los diferentes eslabones de la cadena, aunque todo apunta a que habrá poca presencia de ganaderos en la firma.

En las clases de economía agraria de agrónomos, se enseña que cuando hay excedentes de producción en un mercado, hay que buscar mecanismos para darles salida y evitar así que caiga más el precio. Sin embargo, en este caso, las estrategias de promocionales para vender cantidades extra de leche no tienen buena prensa en el sector. Si además los marcos normativos europeo y español no permiten acordar una subida organizada de los precios y los mecanismos de regulación de mercados previstos en la PAC son limitados ¿qué más se puede hacer para hacer más llevadero el aterrizaje?

Salimos de un año 2014 marcado por los cambios en Europa tras las elecciones al Parlamento Europeo del pasado mes de mayo y la nueva Comisión, que ya funciona a pleno rendimiento. Y nos metemos de lleno en un 2015 donde los diferentes procesos electorales marcarán la agenda política. A las ya anunciadas elecciones en Andalucía convocadas para el próximo 22 de Marzo, hay que sumar las municipales y las autonómicas de primavera, las catalanas de Septiembre y, presumiblemente, las generales de finales de año. Además, el panorama político en España con el auge de nuevos partidos y la situación específica de las diferentes Comunidades Autónomas, hace muy difícil predecir cuál será la representación institucional el año que viene por estas fechas.

El sector agroalimentario afronta un 2015 con nuevos retos. Las organizaciones de los distintos eslabones tenemos el deber de acordar definitivamente el código de buenas prácticas comerciales que prevé la Ley de la Cadena Alimentaria. Las organizaciones agrarias, las cooperativas agroalimentarias, la FIAB y las asociaciones de la distribución llevamos meses negociando el texto que deberá ser presentado en los próximos meses. Mientras, el sector productor arranca el primer año de aplicación de la nueva PAC, marcado en el corto plazo por la eliminación de las cuotas lácteas previsto para el 31 de Marzo. Año que ha comenzado además con una bajada de los precios del petróleo (que debería trasladarse al de los inputs). Noticia que ha caído en el campo como un regalo del cielo.

Por su parte, el sector de la distribución y el gran consumo encaran este nuevo año con la ilusión de que, al contrario que 2014, este sí sea el año definitivo de la recuperación del consumo alimentario. Mientras que se desarrolla este año ultra-electoral en España que seguramente conlleve más debate político que iniciativas de fondo, en Europa está ya toda la maquinaria en marcha y, poco a poco, van apareciendo encima de la mesa temas de gran importancia para nuestro sector, que no debemos perder de vista. Teniendo en cuenta este contexto político, pienso que 2015 debe ser el año en el que las organizaciones de la cadena agroalimentaria consolidemos una nueva forma de trabajar por los intereses comunes de nuestro sector en Europa, un nuevo enfoque cuyas bases fueron ya establecidas durante el pasado año.

Hace unas semanas el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente organizó una jornada sobre el futuro del sector lácteo en España tras la eliminación de las cuotas en 2015. Fue una de esas jornadas que uno echa de menos que se organicen en el Ministerio con más frecuencia. Para este y para el resto de sectores. Siempre pensé que la Subdirección de análisis y prospectiva serviría para ello. Ponentes de primer nivel y gran afluencia de representantes del sector fueron suficientes, pero de todas las ponencias sorprendió la del consultor argentino Hugo Quatrocchi sobre el mercado mundial de la leche. En ella lanzó algunos datos y reflexiones de gran interés.

Foto de www.ganchitosypepsiboom.com

¿Está España preparada para afrontar el futuro en del sector lácteo? Difícil de responder, pero muchos factores parecen indicar que queda trabajo por delante. España está en el grupo de países del mundo con costes de producción más elevados. El sector ha hecho un esfuerzo brutal en los últimos años para producir más leche en menos granjas, siguiendo la tendencia mundial de mejorar la productividad enfocada a satisfacer una nueva demanda de 20 millones de toneladas anuales a escala global (12 por incremento del consumo y 8 por aumento de la población). Nuestra demanda interna de productos lácteos es de 9 millones de toneladas y nuestra producción de 6. Además parece que el consumidor valorará mucho el origen y el modo de producir. Eso puede ser una ventaja.

A nivel global hay muchas realidades diferentes. Mientras que el número medio de vacas por explotación es de 2,3, hay empresas multinacionales como Fonterra, Nestlé o Danone que están comprando fincas y desarrollando explotaciones lácteas de 10.000-15.000 vacas en países como Rusia, Mongolia, China o Uruguay. Los grupos de inversión llevan tiempo entrando en el sector. La volatilidad de precios se preve que vaya en aumento. El tamaño parece que será importante pero, tal y como advierte Hugo, el crecimiento debe basarse en habilidades gerenciales y no en el "crecer por crecer". Una explotación pequeña que funcione mal y crezca, lo único que conseguirá será hacer más grandes sus problemas. Sobrevivirá sólo el que mejor se adapte.

A lo largo de 2012, el sector lácteo ha sido noticia en muchas ocasiones generalmente por el mismo motivo, las tensiones en la cadena y la falta de precios en origen pagados a los ganaderos. Como ya se ha explicado en este blog, la cadena de valor de la leche en España es una cadena muy ajustada donde el objetivo de ofrecer la leche al consumidor a un precio muy reducido, condiciona de forma evidente el funcionamiento completo de la misma, produciéndose ocasiones donde algunos operadores no cubren sus propios costes de producción y arrojan pérdidas. Este artículo aporta como novedad el análisis de la compra de leche que realizamos los consumidores en España en base a los datos de un estudio realizado por Kantar World Panel para el Ministerio de Agricultura a finales del pasado año y al panel de consumo alimentario que publica dicho estamento de forma periódica.

Durante el mes de Octubre de 2012, utilizado como muestra en el estudio, el 47,3% de las compras de leche líquida que se realizaron fue a precios inferiores a 0,60€/l (43,5% en 2010) y el 41,3% se realizaron entre 0,60 y 0,99€/l; intervalo que en el año 2010 fue del 44,1%. La concentración de compras según precio medio pagado para la leche líquida presentó diferencias según el canal de compra en el que se produjeron. Si bien el 47,3% de las compras en el total de canales se realizaron a precios por debajo de 0,60€/l, este intervalo de precio en el hipermercado representa el 38,8% de las compras hechas en este canal, el 43,8% de las compras en el caso del supermercado y el 68,1% de las compras en las tiendas descuento.

Las compras de leche líquida están muy concentradas tanto en el caso del supermercado (el 19,1% se hace a precios entre 0,50 y 0,54€/l, como en el de la tienda descuento (el 52,9% de las compras se realizó entre los 0,50 y 0,54€/l). En resumen, aproximadamente la mitad de las compras de leche líquida envasada que realizamos los consumidores en España las hacemos a menos de 0,60€/l. Por otra parte, al analizar los datos del panel de consumo de dicho mes se observa un claro desvío del consumo de leche líquida hacia otros productos como derivados y preparados lácteos cuyo consumo se ha incrementado de forma notable respecto al año anterior (+0,7% y 16,5% respectivamente) aunque su volumen comercializado no sea aún significativo respecto al de la leche líquida. ¿Es posible que esta política de precios bajos en la leche esté contribuyendo a una pérdida de percepción de valor por parte del consumidor y por ello se esté desplazando el consumo hacia otros productos sustitutivos?

El sector ganadero lácteo en España enfrenta desde hace algunos años grandes dificultades económicas. A los más que frecuentes incrementos de precios de las materias primas agrícolas, se une desde hace algunos años un irregular funcionamiento de la cadena de valor de los distintos productos agroalimentarios. Esta situación sin precedentes de altos precios de la alimentación animal y de presión de precios a la baja por parte de agentes con mayor poder de negociación en la cadena, ponen en jaque el futuro de un sector de gran importancia y tradición en nuestro país. El desafío al que se enfrenta el sector ganadero español es muy grande. En la actualidad, no existe correlación alguna entre los precios de los productos ganaderos en España y los precios de los piensos. 

Utilizando los estudios de costes agrarios de las explotaciones de vacuno de leche realizados anualmente por el MAGRAMA en base a los datos recogidos en 812 explotaciones y estimando los relativos a los años 2011 y 2012 con la información existente (boletín de precios pagados por los agricultores del MAGRAMA y Milk Management Committee Statistics de la DG AGRI – CIRCA Database), se puede observar que el ratio gastos/ingresos de las explotaciones analizadas viene incrementándose de forma notable durante los últimos años. Mientras que en 2001 los gastos de las explotaciones lecheras representaban 2/3 de los ingresos, en la actualidad se ha superado claramente el 100% en todas las regiones donde se produce leche en España. Durante 2012, debido al gran incremento de los costes de producción (sobre todo de la alimentación animal) y a la reducción de los precios de venta de la leche cruda, los gastos han sido de media, un 15,4% superiores a los ingresos.  Independientemente de las cifras concretas, se puede comprobar en la siguiente tabla que los últimos 4 años han sido nefastos para la rentabilidad de las explotaciones de vacuno de leche en nuestro país, siendo especialmente delicados los resultados económicos de los dos últimos, donde los gastos han superado ampliamente a los ingresos en todas las regiones productoras y en la mayor parte de las explotaciones del estudio.

El sector lácteo español se encuentra en una profunda crisis consecuencia directa de la no remuneración de los costes de producción del sector por parte del mercado. La situación por la que está atravesando el sector es dramática, ya que nunca antes había habido menos diferencia entre los ingresos brutos y los costes de explotación del sector. Los ganaderos, incapaces de repercutir los importantes incrementos de los costes de producción al precio de la leche que les compran las industrias, están siendo los más afectados, viendo como la cuenta de resultados de sus explotaciones se viene erosionando de forma grave en los últimos años. Incluso industrias lácteas nada sospechosas de no tener una dimensión adecuada como PASCUAL anuncian últimamente su salida al extranjero por considerar que el mercado interno no les responde (curioso teniendo en cuenta que somos un país deficitario en leche que sólo produce dos terceras partes de lo que consume). No se está teniendo visión estratégica y de futuro en este sector y pronto nos arrepentiremos. En las condiciones actuales, es muy difícil seguir produciendo leche en España.

En una conocida cadena de hipermercados en nuestro país se puede encontrar que 1 litro de agua (0,56 €/l) era más caro que 1 litro de leche (0,49 €/l). ¿Tiene esto alguna lógica o explicación?. Lógica ninguna, explicación alguna. Creo que no digo nada nuevo si afirmo que determinadas operadores de la cadena utilizan la leche y el aceite de oliva (entre otros) como productos reclamo para, gracias a una política agresiva de precios en productos de primera necesidad, atraer a consumidores a sus tiendas. No en vano el Ministerio de Agricultura ha planteado un protocolo de actuación al sector para evitar este tipo de práctica considerada negativa, aunque quizá lo más efectivo hubiera sido introducirlo como práctica comercial abusiva en la futura Ley de la cadena alimentaria. 

A priori esta política de precios bajos puede ser muy bien acogida por los consumidores, y más en tiempos de crisis, pero éstos han de conocer las graves consecuencias que tiene, incluso para ellos. Esta política de precios a la baja condiciona el funcionamiento de toda la cadena. Cada eslabón procura no erosionar sus márgenes y trasladar a su proveedor las posibles bajadas de precio que le aplican sus compradores, generalmente con mucho mayor poder de mercado. El problema es que los ganaderos no pueden hacer lo mismo y la vía de escape que les queda es abandonar la producción por falta de rentabilidad, lo que genera el consiguiente problema de desempleo aquí, en España. Creo que no estamos como para desperdiciar empleos ya creados, y menos en el medio rural. Máxime teniendo en cuenta que somos un país deficitario en leche. Producimos en torno a 6 millones de toneladas anuales mientras nuestro consumo es de 9, consumo que atendemos gracias a importaciones que vienen fundamentalmente de Francia y Alemania. ¿Cómo es posible entonces que 1 litro de leche se venda en Francia a 0,95€/l al mismo tiempo que aquí se vende 0,49€? Seguramente sea porque allí ni se plantean desmantelar un sector estratégico para su economía. Ya sabéis, en esto parece que también se aplica el “Spain is different”.

La configuración actual de la cadena de la leche en España lleva a situaciones dantescas como la noticia ya comentada en este blog que narraba la compra por parte de unos ganaderos de su propia leche en el supermercado como protesta por el precio de venta al público que se aplicaba (ver), o aquella en la que la empresa LECHE PASCUAL anunciaba planes en el exterior para compensar la falta de respuesta del mercado interior (ver). ¿Podemos permitirnos el lujo de destruir un sector estratégico para nuestra economía y nuestra alimentación? ¿Es este el modelo de crecimiento que queremos para España? ¿Somos los consumidores conscientes de las consecuencias de nuestras decisiones de compra? ¿Podemos contribuir a invertir esta tendencia? 

Con todo el jaleo que ha organizado el anuncio de la subida del IVA esta semana por parte del gobierno ha pasado casi desapercibida una noticia de especial relevancia e interés para el sector agrario. Por primera vez, la Comisión Nacional de la Competencia (en adelante CNC) ha visto indicios de posibles prácticas anticompetitivas por parte de la industria láctea en el mercado de aprovisionamiento de leche de vaca cruda que le compra a los ganaderos, motivo por el cual ha decidido poner en marcha una investigación realizando inspecciones en diversas asociaciones de la industria láctea y en algunas empresas en Galicia, Cantabria y Cataluña bajo la sospecha de un posible reparto de mercado y una fijación de condiciones comerciales en la compra de sus aprovisionamientos de leche a los citados ganaderos.

Según indica el comunicado de prensa (ver) elaborado por la propia CNC, el origen de las actuaciones se encuentra en las numerosas denuncias y quejas recibidas en la Dirección de Investigación de la CNC así como en las noticias aparecidas en prensa relativas a la problemática en el sector de la leche, sector que ha sido objeto de investigación (que no de sanción) por parte de las autoridades de competencia en ocasiones anteriores. Estas informaciones se refieren, en particular, a posibles prácticas anticompetitivas de diversas empresas lácteas y asociaciones de industrias lácteas y consistirían en el intercambio de información sensible sobre clientes, condiciones de compra y precios y en la adopción de acuerdos cuyo objeto sería el reparto de mercado y la fijación de condiciones comerciales a los ganaderos.

Algo parece haber cambiado en la CNC desde la publicación de su informe sobre las relaciones comerciales en el sector agroalimentario a finales del año pasado. Son ya muchas las evidencias de la existencia de estas y otras prácticas comerciales abusivas en la cadena de valor agroalimentaria en España. A mí me gusta llamarlo “la cara B” (lo que no se ve) en los estudios de formación del precio que elabora el Observatorio de Precios del Ministerio de Agricultura para cada uno de los alimentos de mayor peso en nuestra cesta de la compra. Se trata de esas prácticas desleales que los agricultores (y la propia industria) vienen sufriendo y denunciando desde hace ya mucho tiempo y que se han incrementado desde el inicio de la crisis.

Sin ánimo de prejuzgar el resultado de la citada investigación, una vez más se demuestra que el funcionamiento de la cadena agroalimentaria en España no es todo lo leal y transparente que debiera. No es una noticia para alegrarse, ya que denota que el sector no está todo lo unido que debiera pese a los esfuerzos realizados en la interprofesional. Sin embargo, parece que las quejas de los que forman el eslabón más débil de la cadena, los ganaderos, parecen haber sido tenidas en cuenta. Oportunidad tendremos de comentar los resultados de esta investigación en este blog. Hasta ahora, todas las denuncias realizadas por el sector productor a la CNC han sido desestimadas. En cualquier caso, sería bueno que la crisis económica sirviera, al menos, para incrementar los niveles de colaboración entre todos los agentes de la cadena. Menos micro-competencia absurda y más unión a todos los niveles para no dejar caer este sector tan importante para España. A otros países con los que competimos a diario les encantaría que esto sucediera.

 La cuota de mercado de las marcas blancas (MDD) en el sector de la alimentación en España ha pasado de 7% en el año 1992 al 34% en la actualidad. En el conjunto de productos de gran consumo, la cuota en España es aún más alta (42%), ocupando España el 4º puesto entre los principales países de la Unión Europea tras Suiza, Reino Unido y Eslovaquia. Entre los productos agrarios de marca blanca más comprados por los consumidores se encuentran las legumbres y arroz (75%), la leche y sus derivados (70%) y el aceite de oliva (57%), condicionante que afecta al funcionamiento de los distintos agentes de la cadena agroalimentaria de forma notable.

 

Uno de los efectos de esta tendencia creciente es la mayor dificultad que tienen determinadas industrias agroalimentarias de marca propia para conseguir situar sus productos en las estanterías de los establecimientos de venta. En general, aquellas industrias que no producen la marca líder de un producto en concreto, son las que mayores dificultades están encontrando para dar salida a toda su producción, ya que algunas cadenas de distribución han optado por vender tan solo su marca blanca junto a la marca líder en cada categoría.  

 

Por todo ello no extraña que determinadas marcas hayan optado por nuevos canales de venta que les permitan dirigirse al consumidor directamente sin pasar por el cuello de botella de la gran distribución. Algunos ejemplos son las yoghourterías de DANONE en Madrid y Barcelona, las tiendas de papel higiénico que la marca RENOVA lleva abriendo desde hace 2 años o incluso los puntos de venta que la conocida Cooperativa del Valle de los Pedroches de Córdoba (COVAP), tiene establecidos desde hace ya algún tiempo. El último movimiento ha sido la puesta en marcha de ALICE, el supermercado de venta on-line de productos exclusivamente de marca de fabricante. Estrategias todas ellas diseñadas con el objetivo de vender su propio producto directamente al consumidor. Esta tendencia puede ser aprovechada por los productores agrarios y tratar por esta vía de incrementar la rentabilidad de sus explotaciones. Recordemos que sin rentabilidad, las explotaciones agrarias desaparecen y, Sin Agricultura, Nada.