A lo largo de 2012, el sector lácteo ha sido noticia en muchas ocasiones generalmente por el mismo motivo, las tensiones en la cadena y la falta de precios en origen pagados a los ganaderos. Como ya se ha explicado en este blog, la cadena de valor de la leche en España es una cadena muy ajustada donde el objetivo de ofrecer la leche al consumidor a un precio muy reducido, condiciona de forma evidente el funcionamiento completo de la misma, produciéndose ocasiones donde algunos operadores no cubren sus propios costes de producción y arrojan pérdidas. Este artículo aporta como novedad el análisis de la compra de leche que realizamos los consumidores en España en base a los datos de un estudio realizado por Kantar World Panel para el Ministerio de Agricultura a finales del pasado año y al panel de consumo alimentario que publica dicho estamento de forma periódica.
Durante el mes de Octubre de 2012, utilizado como muestra en el estudio, el 47,3% de las compras de leche líquida que se realizaron fue a precios inferiores a 0,60€/l (43,5% en 2010) y el 41,3% se realizaron entre 0,60 y 0,99€/l; intervalo que en el año 2010 fue del 44,1%. La concentración de compras según precio medio pagado para la leche líquida presentó diferencias según el canal de compra en el que se produjeron. Si bien el 47,3% de las compras en el total de canales se realizaron a precios por debajo de 0,60€/l, este intervalo de precio en el hipermercado representa el 38,8% de las compras hechas en este canal, el 43,8% de las compras en el caso del supermercado y el 68,1% de las compras en las tiendas descuento.
Las compras de leche líquida están muy concentradas tanto en el caso del supermercado (el 19,1% se hace a precios entre 0,50 y 0,54€/l, como en el de la tienda descuento (el 52,9% de las compras se realizó entre los 0,50 y 0,54€/l). En resumen, aproximadamente la mitad de las compras de leche líquida envasada que realizamos los consumidores en España las hacemos a menos de 0,60€/l. Por otra parte, al analizar los datos del panel de consumo de dicho mes se observa un claro desvío del consumo de leche líquida hacia otros productos como derivados y preparados lácteos cuyo consumo se ha incrementado de forma notable respecto al año anterior (+0,7% y 16,5% respectivamente) aunque su volumen comercializado no sea aún significativo respecto al de la leche líquida. ¿Es posible que esta política de precios bajos en la leche esté contribuyendo a una pérdida de percepción de valor por parte del consumidor y por ello se esté desplazando el consumo hacia otros productos sustitutivos?
El líder de Convergencia i Unió (CiU), Durán i Lleida, afirmaba esta semana textualmente que “mientras un payés (agricultor catalán) tiene que dejar alguna fruta en el árbol porque no la puede coger y no le sale a cuenta cogerla por el precio que le pagan, en otros sitios de España, reciben un PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo”. Un análisis simplista de la problemática agraria influenciado con un posicionamiento político concreto en el que además confunde agricultores con trabajadores asalariados del campo. El daño que hacen estas manifestaciones a la imagen y legitimación de la actividad agraria en toda la sociedad es gravísimo. Se ofrece a la sociedad una imagen de los agricultores y de la actividad que realizan totalmente distorsionada y equivocada.
El asunto de las ayudas o subsidios agrarios es un tema que merece un debate profundo y sosegado, al que nada ayudan este tipo de declaraciones polémicas. A este tema se ha referido también recientemente el presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, quien afirmaba que el futuro de la agricultura pasa por mejorar los precios en origen de los productos agrarios y no por los subsidios. Una forma muy distinta de abordar el mismo problema. Mientras, en el Ministerio de Medio Ambiente tuvo lugar una conferencia sobre la sostenibilidad ambiental de la cadena alimentaria donde se analizó la necesidad de responder al reto de la producción sostenible en todas las fases de la cadena con el objetivo de satisfacer las nuevas demandas de los consumidores.
Dichas demandas han ido evolucionando con el paso de los años. Una vez asegurado el acceso y el suministro continuo de alimentos (uno de los principales objetivos originarios de la Política Agraria Común), las preocupaciones de los consumidores han ido incorporando aspectos relacionados con la seguridad alimentaria, la calidad de los productos, la conservación del medio rural y el paisaje, el respeto al medio ambiente e incluso las condiciones laborales de las personas que intervienen en el conjunto de la cadena. Ahora, demandamos además a los distintos operadores de la cadena, entre los que se encuentran los agricultores, que empleen medios de producción sostenibles que eviten la sobreexplotación de los recursos, que incluyan mecanismos de gestión de los residuos para evitar la contaminación y que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero en todas sus actividades y operaciones reduciendo así su huella de carbono. Pero, ¿estamos realmente dispuestos los consumidores a pagar por todas estas nuevas demandas? Si es así, sólo existen dos vías, los precios o las ayudas. Debatamos sobre la fórmula más conveniente de hacerlo pero pensemos detenidamente sobre las estrategias de comunicación, y no dañemos para ello la imagen de la agricultura. Recordemos que, “Sin agricultura, nada”.
Ayer, todos los medios de comunicación se hacían eco de las conclusiones del denominado “grupo de sabios” del Ministro Montoro que, entre otras cosas, proponía una nueva subida general del IVA que se paga en España. Además de un incremento del tipo de IVA general del 21% al 23%, el informe propone una subida de los tipos de IVA reducidos del 4% al 5% y del 10% al 13%, los cuales afectan de forma grave al sector de la alimentación. Aunque el propio Ministro Montoro se apresuró a desmentir que el gobierno estuviera pensando en subir el IVA en este momento, en el sector agroalimentario no han tardado en saltar las alarmas.
Foto de @nielsen_spain
La confianza del consumidor, cada día más sensible al precio como se puede apreciar en la imagen, sigue bajo mínimos. La subida del IVA en 2012 fue nefasta para el sector. En ese momento se vivió un hecho sin precedentes: las ventas, por primera vez, no cayeron solo en valor, sino también en volumen, provocando que los españoles no sólo compren más barato, sino menos kilos o menos litros. Tal y como afirmó Javier Campo (presidente de AECOC), “nunca antes las ventas minoristas habían caído como lo hicieron en los meses posteriores a la subida: ni siquiera en 2009, cuando el PIB llegó a descender el 4%, bajaron como los primeros trimestres de 2013, entre el 8% y el 9%”.
Desde 2008 España sufre una crisis de consumo (ver informe del Banco de España) que, en alimentación se acentuó de forma notable durante los años 2012 y 2013. Las ventas de alimentación han venido cayendo casi ininterrumpidamente desde esa fecha, mes tras mes. Las Navidades han servido para comprobar que se tocó fondo en el tercer trimestre de 2013, pero el precio sigue siendo uno de los principales argumento de compra, por no decir el principal, y la sensibilidad a modificaciones de éstos sigue siendo aún muy elevada.
Numerosas voces en el sector han manifestado que la subida de los tipos del IVA puede poner en riesgo la esperada recuperación del sector. Activar el consumo debe ser el objetivo imprescindible para retomar la senda del crecimiento, sobre todo en este sector tan estratégico para nuestra economía. Tal y como se dijo en este blog, el presupuesto familiar se redujo en 4.000€ anuales entre 2007 y 2012 y la parte del mismo destinada a alimentación se contrajo un 8,2% en ese periodo. ¿Pueden las familias y el sector agroalimentario asumir una nueva subida del IVA en alimentación sin que esto conlleve graves consecuencias?