Salimos de un año 2014 marcado por los cambios en Europa tras las elecciones al Parlamento Europeo del pasado mes de mayo y la nueva Comisión, que ya funciona a pleno rendimiento. Y nos metemos de lleno en un 2015 donde los diferentes procesos electorales marcarán la agenda política. A las ya anunciadas elecciones en Andalucía convocadas para el próximo 22 de Marzo, hay que sumar las municipales y las autonómicas de primavera, las catalanas de Septiembre y, presumiblemente, las generales de finales de año. Además, el panorama político en España con el auge de nuevos partidos y la situación específica de las diferentes Comunidades Autónomas, hace muy difícil predecir cuál será la representación institucional el año que viene por estas fechas.
El sector agroalimentario afronta un 2015 con nuevos retos. Las organizaciones de los distintos eslabones tenemos el deber de acordar definitivamente el código de buenas prácticas comerciales que prevé la Ley de la Cadena Alimentaria. Las organizaciones agrarias, las cooperativas agroalimentarias, la FIAB y las asociaciones de la distribución llevamos meses negociando el texto que deberá ser presentado en los próximos meses. Mientras, el sector productor arranca el primer año de aplicación de la nueva PAC, marcado en el corto plazo por la eliminación de las cuotas lácteas previsto para el 31 de Marzo. Año que ha comenzado además con una bajada de los precios del petróleo (que debería trasladarse al de los inputs). Noticia que ha caído en el campo como un regalo del cielo.
Por su parte, el sector de la distribución y el gran consumo encaran este nuevo año con la ilusión de que, al contrario que 2014, este sí sea el año definitivo de la recuperación del consumo alimentario. Mientras que se desarrolla este año ultra-electoral en España que seguramente conlleve más debate político que iniciativas de fondo, en Europa está ya toda la maquinaria en marcha y, poco a poco, van apareciendo encima de la mesa temas de gran importancia para nuestro sector, que no debemos perder de vista. Teniendo en cuenta este contexto político, pienso que 2015 debe ser el año en el que las organizaciones de la cadena agroalimentaria consolidemos una nueva forma de trabajar por los intereses comunes de nuestro sector en Europa, un nuevo enfoque cuyas bases fueron ya establecidas durante el pasado año.
2014 ha sido un año con importantes hitos para la cadena agroalimentaria en España. Entre los más destacados, yo resaltaría los 10 siguientes:
1. Primer año de la Ley de la cadena. Con el año recién comenzado, el 3 de enero de 2014 entraba en vigor la Ley 12/13 para la mejora del funcionamiento de la cadena alimentaria con el objetivo de dar transparencia y seguridad jurídica a las relaciones comerciales de la cadena. Durante este año se ha puesto énfasis en explicar y difundir las novedades que acarrea la Ley, mientras las partes han negociado el futuro código de buenas prácticas comerciales previsto en la misma, el cual será finalmente acordado en 2015.
2. Un año sin observatorio de precios. Por primera vez desde su creación hace ya algo más de una década, el Observatorio de Precios (convertido en Observatorio de la cadena en virtud de lo recogido en la Ley de la Cadena) no se ha reunido en ninguna ocasión, y el sector lo ha echado de menos. La cadena agroalimentaria no dispone de un foro de tal magnitud para el diálogo y el intercambio de información. Es urgente que se apruebe el Real Decreto que lo regula y se convoque lo antes posible. Irá en beneficio de todos.
3. Las cooperativas comienzan a ganar a dimensión. La Ley de integración cooperativa aprobada en 2013 ha empezado a dar sus frutos y se han producido las primeras fusiones e integraciones. Por ahora, parece que las más grandes han tenido más fácil dar el paso hacia delante para crecer, el reto es que 2015 sirva también para el crecimiento ordenado y sensato de las pequeñas. La implicación de las CCAAs será fundamental, pero ojo con crecer por crecer, sin una estrategia detrás, que puede suponer agrandar el problema de una cooperativa mal gestionada.
4. La aprobación definitiva de la PAC. Los debates y negociaciones sobre la implantación de la PAC en España han terminado y ésta empieza a aplicarse a partir del día 1 de enero. Muchas voces autorizadas hablan ya de que en 2015 se reabrirá el debate para empezar a hablar de la siguiente reforma. No en vano, el nuevo Comisario de Agricultura ya se ha apresurado a afirmar que toca simplificarla de nuevo. La PAC parece el cuento de nunca acabar que hace que agricultores tengan que hacer un master en PAC cada 3 años.
5. La rentabilidad de la producción agraria ha bajado, pero el petróleo parece dar un respiro. Según la 1ª estimación del MAGRAMA, la renta agraria ha descendido en torno a un 7% respecto al año anterior. Sin embargo, la bajada del precio del petróleo, que parece haber venido para quedarse un tiempo, supone una oportunidad única para reducir los costes de producción del sector agrario al menos en 2 de sus componentes más significativas: el gasóleo agrícola y los fertilizantes.
6. El IVA de los alimentos no subió. Afortunadamente para el sector agroalimentario, el IVA de los alimentos no se elevó durante 2014 pese a haber estado en muchas quinielas del Ministerio de Hacienda y a la presión que se ejerce desde Europa. La experiencia de las últimas subidas es tan negativa que el sector tuvo que movilizarse en bloque para impedir una nueva. Por otra parte, las medidas de reducción de la presión fiscal previstas para 2015 pueden y deben suponer un importante impulso del consumo cuando se trasladen de forma efectiva a los bolsillos de la gente.
7. El consumo alimentario no despega. Sectores muy cercanos como el de hostelería, la restauración o la perfumería ya han anunciado que 2014 ha supuesto el primer año de incremento del consumo tras 6 de caídas. Sin embargo, el sector de la alimentación en el hogar sigue sin poder afirmar que el consumo haya repuntado definitivamente, aunque existe un optimismo moderado de cara a 2015.
8. El año del veto ruso. El gobierno ruso se despachó en Agosto con el anuncio del cierre de sus fronteras a la mayor parte de los productos agroalimentarios procedentes de la Unión Europea por un año. La campaña de fruta de verano que venía ya mal desde semanas antes, vio en este anuncio la puntilla para un cerrar un año malo. Las producciones que aún no habían entrado en campaña, tuvieron algo de tiempo para amoldarse a la nueva situación de consecuencias muy negativas para los sectores más exportadores.
9. España se consolida como país exportador de alimentos. El estancamiento del consumo interior y el trabajo de empresas e instituciones en materia de internacionalización ha provocado que en 2014 las exportaciones de productos alimentarios se incrementaran más de un 7% en volumen y un 1,5% en valor estimado, datos que sitúan un año más al sector agroalimentario como 2º en importancia de nuestra economía tras el turismo en cuanto a balanza comercial.
10. Tenemos nuevo Parlamento y nueva Comisión en Europa. 2014 ha supuesto la renovación de ambas instituciones, lo que supone una gran oportunidad. Teniendo en cuenta que la mayor parte de las decisiones que afectan al sector agroalimentario se toman en Europa, la cadena debe hacer un trabajo coordinado y eficiente para liderar los debates en Europa y asegurar que se legisla teniendo en cuenta las prioridades de nuestro sector, aunque esto ya son deseos para 2015 que darían para otro post.
Feliz 2015 a todos.
Escribo esta entrada en el blog desde un avión volviendo de Bruselas a Madrid y con la intención de recuperar mis publicaciones en este blog. Qué mejor lugar para escribir sobre el lobby español en Europa ¿verdad? Este verano he podido leer un libro muy recomendable titulado "El lobby en España ¿asignatura pendiente?" de Algón Editores, coordinado por la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales (APRI). En él, me ha agradado encontrar opiniones de expertos en la materia que coinciden algunas ideas que yo tenía en la cabeza. En efecto, el lobby tiene español en Europa es una de nuestras asignaturas pendientes, y el sector agroalimentario no resulta una excepción.
Muchos de los que acudimos desde hace años frecuentemente a Bruselas venimos con la sensación de que "no mandamos mucho allí". En Bruselas se toman la mayor parte de las decisiones que afectan a nuestro sector y, sin embargo, da la sensación que otros países nos llevan la delantera en la mayoría de los temas. Por desgracia, ya tenemos casos en los que, por no haberlo visto venir, nos hemos encontrado una legislación contraria a los intereses del sector agroalimentario español respecto a los países del norte de Europa, quienes se habían organizado de forma magistral para lograr dicho objetivo. El caso del reglamento sobre los gases fluorados en un ejemplo que ilustra muy bien este hecho.
Hemos construido entre todos durante años unas estructuras de funcionamiento e información para el conjunto de la cadena agroalimentaria, que son admiradas e incluso copiadas por otros países de la Unión. Sin embargo, no somos capaces de trasladar este tipo de avances en Europa y se nos termina volviendo en contra. ¿Acaso sería imaginable en España, con la red de alerta alimentaria que hemos desarrollado, alguien hubiera hecho unas declaraciones similares a las que trajeron graves pérdidas económicas al sector hortofrutícola español en el famoso caso del pepino?
Un día pregunté a un funcionario español de la Comisión sobre la cantidad de puestos de alto nivel que ocupaban los españoles. Su contestación fue apabullante: "esto es un desierto abandonado fruto de la desidia de los gobiernos de ambos partidos que hemos tenido en los últimos 10 años". En mi opinión, debemos aprender de otros países y cambiar nuestra estrategia como sector en Europa. A nivel institucional debemos situar a nuestra mejor gente en puestos más altos de la Comisión y enviar al Parlamento a nuestros políticos mejor preparados. Tal y como manifiesta en el citado libro el Director de Asuntos Europeos de Philip Morris, José Fonseca, la REPER (oficina permanente de representación de España en Bruselas) debería alinear su trabajo hacia los sectores económicos y no sólo hacia los Ministerios, al estilo del siempre eficaz lobby británico. ¿No sería lógico que existiera además una mesa de coordinación de actividades del sector agroalimentario en Europa formada al menos por el MAGRAMA, la REPER y las asociaciones del sector?
Por nuestra parte, además de trabajar por lograr nuestros objetivos específicos, deberíamos ser capaces de aunar todas aquellas prioridades comunes y trabajarlas conjuntamente en Europa, tratando de dejar a un lado nuestras diferencias. Es nuestro deber hacer llegar nuestras prioridades a los representantes españoles en las instituciones europeas y tratar de aunar posiciones para facilitar su labor allí y poder lograr ventajas comparativas para nuestro sector. En eso consiste precisamente el lobby, y es una tarea fascinante.
Ala, ya pasó la campaña. Hoy día de reflexión (que nunca entendí), mañana a votar (los pocos que lo hacemos), y el lunes a comentar la jugada (si el fútbol lo permite) con los periódicos encima de la mesa y titulares en los que todos (o casi) dicen haber ganado -los que se han presentado, claro está-. Gane quien gane, aunque sea la democracia, algunos pensamos ya en una nueva oportunidad perdida. Tal y como recoge hoy en El Mundo Enric González, en esta campaña hemos podido aprender cosas que no conocíamos de los candidatos de PP y PSOE, pero de Europa y sus respectivas visiones para el futuro de sus ciudadanos, nada. De nuestro sector agroalimentario y de la defensa de sus intereses en Europa, nada de nada.
Como bien dice Enric, “no ha quedado muy claro si el PP o el PSOE están o no por la creación de un núcleo de países que avancen en la integración, si proponen un reforzamiento de la Comisión a costa del Consejo o al revés, si creen necesario revisar las atribuciones del Banco Central o no, si creen que la política migratoria interna y externa requiere cambios”. Y es que, pensándolo bien, el objetivo de los políticos en campaña electoral es conseguir votos, y para eso hay que hablar de cosas cercanas a la gente, cosas que la sociedad entienda y que le afecten a diario. Ese es para mí el gran problema. Que Europa está todavía muy lejos de la mente de la gente. En España seguro, en el resto de países de la Unión Europea, parece que también.
Sin embargo, una vez más, un tema tan importante y cercano como nuestra alimentación, ha vuelto a pasar desapercibida. El 2º sector más importante de nuestra economía merece algo más que apariciones fugaces en programas de la Sexta para remover las vergüenzas (las pocas que hay) y nunca para lucir un sistema agroalimentario que nos permite, gracias al trabajo de muchos, disponer diariamente de una gran variedad de productos de grandísima calidad, absolutamente sanos, totalmente seguros, a precios razonables y a pocos metros de casa (cosa nada fácil). Y es que, como dice el refrán, nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena. Sólo cuando tenemos pepinos con e.coli o vacas locas nos damos cuenta de la importancia de lo que tenemos diariamente entre manos. Una pena.
Empieza 2016, año que muchos coinciden en calificar como el que debe traer la recuperación definitiva al sector agroalimentario, con la resaca del convulso semestre que ha vivido el sector lácteo y que no parece que haya terminado. Movilizaciones de los ganaderos, reuniones en el Ministerio de Agricultura y actuaciones del mismo, presiones del sector en Bruselas, decisiones de la Comisión Europea, trabajo en las organizaciones empresariales y la interprofesional, más reuniones, acuerdos, comités de seguimiento, declaraciones, artículos, reportajes en prensa escrita y televisión e incluso declaraciones de varios presidentes autonómicos o del presidente del Gobierno. Inconcebible teniendo en cuenta que no ha ocurrido nada en el mercado de la leche que no hubieran advertido muchos hace ya bastantes meses. Al menos en el Observatorio Europeo del Mercado de la Leche, que para eso sí sirve, se veía venir.
Y es que, una vez más, nuestra capacidad de planificación y previsión ha resultado insuficiente. Las asociaciones y empresas de la cadena agroalimentaria han demostrado ya en muchas ocasiones una gran madurez en la gestión conjunta de situaciones de crisis. La reacción ante el reciente informe de la OMS ha sido un claro ejemplo. Eso se nos da realmente bien. Sin embargo, suspendemos a la hora de coordinarnos para planificar conjuntamente el futuro y programar posibles soluciones ante cualquier problema. Nos ocurre aquí, y nos pasa sobre todo en Europa, donde seguimos sin tener una estrategia coordinada del conjunto de la cadena provoca que otros países nos lleven la delantera y terminemos encajando con resignación decisiones negativas para los intereses del conjunto del sector.
Mientras, en España, seguimos intentando dar una solución local a un problema de origen global como es el del sector lácteo. Las campañas de promoción como la de la imagen, que recién comienza, tienen repercusión en el consumo, pero el sector lácteo necesita mucho más. La crisis que viven determinados operadores del sector tiene múltiples causas. La mayor parte de ellas, tiene su origen fuera nuestras fronteras. Otras están más cerca, como explica la diferente intensidad con la que la crisis se ha hecho sentir en cada una de las zonas de produicción. Sin embargo, seguimos recurriendo a atajos y soluciones antiguas para problemas nuevos y, lo que es peor, seguimos sin identificar correctamente los terrenos de juego donde podemos y debemos jugar nuestras cartas. Los retos y dificultades que enfrentaremos en 2016 como sector son suficientes para que repensemos nuestra estrategia en Europa, no sólo en el sector lácteo. Veremos qué ocurre.